El calvario de una familia por muerte Covid: "Ha sido una pesadilla lo que vivimos"

A través de una carta pública una vecina de nuestra ciudad contó en detalle la dolosa y angustiante situación que tuvo que atravesar tras el fallecimiento de su abuelo, ya que el ser un caso Covid requiere de un protocolo que denuncia se incumplió.
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A los 89 años falleció días atrás como consecuencia de Covid-19, Sergio Novoa, quien fuera guardaparques prestando servicio como Radio Operador además de trabajar al servicio de la Conservación de las Áreas Naturales Protegidas durante toda su vida hasta su retiro.

Su nieta, Karen Trevisán, hizo publica una carta en la que cuenta en detalle las dolosas circunstancias por las que debió atravesar su familia ante el "desborde" del sistema sanitario.

"Sólo cuando esta realidad nos sacuda tomaremos conciencia y se nos hará carne" dice en uno de los párrafos de su extensa misiva en la que cuenta los últimos instantes de vida de su abuelo, quien se encontraba internado de manera ambulatoria ya que reveló que "a los viejitos no los reciben en el hospital" por la demanda del sistema de salud.

Tras sufrir una descompensación en su domicilio que derivó en su muerte, comenzó un largo peregrinaje de dolor y angustia ya que al tratarse de un caso de Covid, requiere cumplir con ciertos protocolos.

"Pasada la medianoche el abuelo se descompensó. Inmediatamente mi mamá llamó al hospital pidiendo una ambulancia… cinco veces. Se le contestó que no había porque estaban con otras urgencias. Finalmente se envió una, veinticinco minutos después, pero sólo con un enfermero. Sin médico, porque el mismo no podría salir de la guardia del hospital, según nos explicó más tarde la policía. Al llegar la ambulancia mi abuelo había fallecido, por lo que el enfermero se retiró luego de que se haga presente la policía" relata Karen Trevisán en la carta.

A partir de ese momento, cuenta "empezó la peor parte": constatar la causa del fallecimiento y firmar el certificado de defunción para que la funeraria pueda retirar el cuerpo".

Al tratarse de un caso de Covid hay un protocolo estricto que cumplimentar.  Con su abuelo en el piso largas horas, Karen contó que se les sugirió  conseguir un médico " amigo" para  constatar la muerte. También llamaron al hospital, "desde dónde se negaron a ir aduciendo que por el mismo protocolo no lo harían".

Allí comienza el triste peregrinaje que describe  textualmente:

Buscando la forma de resolver la situación el Comisario se comunicó con Criminalística de la Policía con asiento en Junín de los Andes, logrando que a las 3:30 AM se presenten dos peritos y un médico, quienes constataron y firmaron el certificado de defunción luego de desplegar todo un protocolo de protección personal para cumplir con su tarea.

Una vez retirados los efectivos policiales y peritos (05 AM aproximadamente) nos comunicamos con la Funeraria, quienes nos informan que para ser retirado el cuerpo debe estar alojado en una bolsa hermética especial.
Nuestro abuelo nunca fue retirado ni movido del lugar durante todo ese tiempo. Ni la policía ni los peritos lo colocaron en la correspondiente bolsa. Claramente tampoco apareció personal de salud para dar cumplimiento con este protocolo por fallecimiento por Covid.

¿A quién corresponde dar cumplimiento con esta etapa establecida en el PROTOCOLO? interpela Trevisán.
Concurrimos nuevamente a la Comisaria 43 informando de esta situación a lo que se nos contesta que ya no podían hacer nada más. Que eso correspondía a salud pública.

La funeraria aclara que de ningún modo retirará el cuerpo si el mismo no cumple con esta condición de estar dentro de la bolsa.

Concurrimos a la guardia del hospital (05:30 hs. aproximadamente) dónde nos niegan la responsabilidad de dar cumplimiento a este protocolo, aduciendo que “nadie quería ir” y que “nunca se les había pedido algo así” ... y que llamemos a Bomberos Voluntarios para ver si ellos lo podían hacer.

Insistimos en buscar una solución. Ya hacía casi 6 horas que nuestro abuelo estaba tirado en el pasillo de la casa. Por lo que nos ofrecimos a hacerlo nosotros mismos. Desde la guardia nos facilitaron los elementos de protección y la bolsa para cadáveres y dos de nuestros familiares cumplieron con lo exigido por el protocolo.

Recién ahí se acercó la funeraria con el cajón para retirar el cuerpo. En ese momento nos sugieren que debemos insistir desde temprano en el cementerio municipal para que nos den el turno de sepelio. Que en la funeraria se encuentran con cuerpos de vecinos almacenados porque hay un número de fallecidos superior a lo normal y hay horario y personal reducido en el cementerio.

La pregunta es… ¿Dónde queda el tan cuidado protocolo si son los mismos familiares quienes deben guardar a su ser querido fallecido por COVID en la bolsa? ¿Por qué no se informa de esto mientras se realizan los peritajes? ¿Cómo puede ser que no haya un médico del hospital que constate el fallecimiento de un paciente de COVID y de seguimiento al protocolo que desde los Organismos de salud se han establecido? ¿Porqué no se refuerza el servicio en el Cementerio Municipal cuando los fallecimientos de vecinos han aumentado ante este desborde de la pandemia? ¿Porqué se nos sigue ocultando una realidad que ya no se puede tapar?

Hoy la situación es tan grave, hay tal nivel de contagios y de circulación de virus que no podemos bajar la guardia y es probable que ni siquiera te enteres por dónde entró y golpeo esta enfermedad.

Todo esto que comparto ha sido una pesadilla que vivimos cómo familia. Las horas de espera, angustia y vigilia en la vereda ya que no podíamos ingresar a la vivienda del abuelo, la improvisación, el destrato y la desinformación, constituyen un trago muy amargo que no se lo deseo a nadie. Mi abuelo no merecía esto, nadie se lo merece y no puede volver a pasar.